martes, 20 de febrero de 2024

DENDRITAS: PUNTO DE ENCUENTRO DE LA CIENCIA CON EL ARTE


Instalado en el palacete Scheffer-Renan, al musée de la Vie romantique se accede por una brecha arbolada en el número 16 de la parisina rue Chaptal. 

Es un museo pequeño pero con mucho encanto, dedicado a la renovación artística que provocó el Romanticismo en la Europa de principios del siglo XIX.  Ubicado en la margen derecha de París, el que en aquella época se denominó barrio de la Nouvelle Athènes se convirtió en el centro neurálgico de artistas, escritores y actores cuyas obras se caracterizaron por la sensibilidad, la expresión de los sentimientos y la melancolía románticas.

Queriendo conjugar todas las artes para lograr que técnicas y disciplinas se nutran unas de otras, el Romanticismo concibe el mundo como un organismo en su conjunto y esta óptica integradora queda perfectamente reflejada en la política del museo. Cuando lo visité, el museo acogía una exposición de Françoise Petróvich en torno al tema del paisaje y del sentimiento amoroso, en una suerte de prolongación de la corriente romántica en la pintura contemporánea de esta artista.

Lo que no me esperaba en absoluto era toparme con varios cuadros de George Sand (1804-1876), que yo tenía catalogada únicamente como escritora, y mucho menos con descubrir que había usado una técnica pictórica llamada dendrita, que Françoise Pétrovich también aplica en alguno de sus cuadros, como el que representa a una mujer tirándose del pelo en tonos rojos y rosados.  Yo, que tenía almacenada la palabra "dendrita" en el cajón de la neurociencia en primer lugar, y de la geología en segundo lugar, me quedé atónita cuando me vi frente a estas dendritas pictóricas.


" Dendrite : paysage imaginaire " (George Sand, hacia 1874) Acuarela sobre papel - Musée de la vie romantique


"Dendrite" (Françoise Petróvich, 2022) - Tinta sobre papel lavis 

En realidad, estas obras de George Sand y de Françoise Petróvich no tendrían que haberme sorprendido tanto, porque ya a finales del siglo XIX el genial Santiago Ramón y Cajal había dibujado bellísimas neuronas y detallado perfectamente sus dendritas correspondientes, realizando un trabajo que además de ciencia es puro arte. Por eso, los dibujos cajalianos siguen inspirando a artistas contemporáneos, como Natalia Bienekque hace interpretaciones abstractas de la belleza de las redes neuronales del cerebro humano.

Neurons II (Natalia Bienek, 2018)
Acrílico y pan de oro sobre lienzo - 70 x 100 cm

Cuando estudiaba biología archivé las dendritas dentro del cajón de la biología, concretamente de la neurociencia, pues así se denominan las ramificaciones que rodean el cuerpo (soma) de las neuronas. En aquella época aprendí que es en las dendritas donde una neurona recibe la información que le llega a través del fino eje neuronal (axón) de otra, pero los avances de la neurociencia han descubierto que  la "conversación" entre ambas neuronas ocurre en el pequeñísimo intervalo que las separa (denominado sinapsis por Sir Charles Scott Sherrington en 1897) y que esta "charla" no puede ocurrir sin la intervención de otra célula nerviosa mucho menos popular que la neurona: el astrocito.




En las clases de geología de la universidad volvieron a aparecer las dendritas, pero esta vez para describir las concreciones minerales oscuras con forma de hojas de helecho que suelen verse en ciertas rocas calizas, cuando por sus juntas y fisuras ha fluido agua cargada en hierro y manganeso. Aunque podríamos pensar que se trata de fósiles, son formaciones minerales sin ninguna relación con organismos vivos.  

Había olvidado que también dendrita es un término de las ciencias de los materiales, sobre todo la metalurgia. En este campo, las dendritas están asociadas con los procesos de solidificación. Sabía que los copos de nieve resultan de una solidificación muy rápida del agua atmosférica, pero no recordaba que las ramificaciones arborescentes que presentan pueden ser dendríticas. Asimismo, durante la fase de solidificación de la mayoría de las aleaciones metálicas se crean diminutas formas cristalinas muy parecidas al ramaje o las raíces de un árbol  (la palabra dendrita viene del griego dendron [δενδρον], que significa árbol), cuyo tamaño, forma y orientación determinará las propiedades mecánicas (resistencia, elasticidad, dureza) y de durabilidad del material metálico.

Intrigada por la acepción pictórica de la palabra dendrita, parece que George Sand se inspiró en los métodos del pintor británico de origen ruso Alexander Cozens (1717-1786), que fue profesor de dibujo en el prestigioso Eton College británico entre 1763 y 1768. En su obra de 1765 "A Treatise on Perspective and Rules for Shading by Invention" Cozens ya instaba a sus alumnos a "inventar paisajes" donde la simple composición de formas provocara emociones e ideas y en "A New Method of Assisting the Invention in Drawing Original Compositions of Landscape", publicado en 1785, describe su técnica de la mancha o el borrón (blot technique). Parece que Cozens alumbró esta técnica tras su estancia en Roma junto al paisajista francés Claude Lorraincuyo dominio de la luz se anticipa al que años más tarde lograron los impresionistas. 


En el siglo XX, también la técnica del frottage (frotado) del surrealista Max Ernst arranca de la idea de crear texturas que sirvan de inspiración artística, en este caso reproduciendo sobre el papel las irregularidades de cualquier superficie rugosa sobre la que se coloca. Liberado del miedo a la hoja en blanco, el artista puede entregarse a la libre interpretación de las formas y texturas obtenidas para crear  obras pictóricas, como las de sus colecciones "Bosques" e "Historia Natural". La mancha también pasó, a principios del siglo XX, a formar parte de las herramientas psicodiagnósticas de la mano del psiquiatra Hermann Rorschach, creador del archiconocido test de manchas de tinta que lleva su nombre... pero esa ya es otra historia que volvería a llevarnos al cerebro y las dendritas de las neuronas que alberga. 

En el musée de la Vie romantique explican que George Sand coloreaba con gouache o acuarela un papel que después presionaba con mayor o menor intensidad con otro para interpretar después las manchas resultantes a su antojo y, al retocarlas, convertirlas en paisajes imaginarios que, en ocasiones, completaba con siluetas dibujadas.   

Actualmente circulan por la red cientos de vídeos donde se describen los asombrosos resultados del dendritic painting con algo de pintura entre dos superficies lisas (vidrio, azulejos, etc.) y papel. El fenómeno físico (descrito en 1958) que está detrás de estas ramificaciones tan vistosas se denomina "inestabilidad de Saffman-Taylor". Las digitaciones viscosas que produce este fenómeno aparecen cuando se desestabiliza la interfaz entre un fluido que empuja a otro de mayor viscosidad dentro del fino canal lineal o "célula de Hele-Schaw", como la que crean dos vidrios superpuestos. El fluido menos viscoso penetra en el fluido invadido formando protuberancias, aparentemente irregulares, que se subdividen repetidamente y en algunos casos forman patrones regulares de tipo fractal. Los fractales son objetos geométricos en los  que se repite el mismo patrón a diferentes escalas y con diferentes orientaciones.

La pintura dendrítica es un ejemplo perfecto de lo fácil que es producir experimentalmente una inestabilidad gracias al juego entre tensión superficial y viscosidad de dos fluidos y de lo complejísimo que resulta analizar la belleza fractal del resultado. Una belleza que rubrica la interdependencia de la ciencia y el arte y unas dendritas que establecen las sinapsis que nos permiten disfrutarla.




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