“Tesla” se asocia hoy en día con los coches eléctricos del mediático multimillonario emprendedor
sudafricano Elon Musk, también implicado en una serie de controvertidos desarrollos
aeroespaciales y relacionados con la energía eléctrica. En entornos
tecnocientíficos, el tesla (T) es la unidad de densidad de flujo
magnético del Sistema
Internacional, un homenaje que la Oficina Internacional de
Pesas y Medidas rindió al inventor Nikola Tesla, en su Conferencia General de
1960. “Sánchez” es el apellido de casi un millón de españoles, el séptimo
más frecuente en España. Detrás de estos dos apellidos se esconden los
perfiles de dos ingenieros que vale la pena descubrir, porque marcaron, cada
uno a su manera, el primer tercio del siglo XX.
Mónico Sánchez Moreno nació en 1880 en un pequeño pueblo de la provincia de Ciudad Real cuando Nikola Tesla, un joven y prometedor ingeniero croata de 24 años llevaba cuatro años codeándose en Nueva York con el genial Thomas Edison. Sánchez, Tesla y Edison son excelentes ejemplos de cuán dependientes son el progreso y la evolución del hombre del ingenio y del espíritu creador de seres humanos excepcionales, capaces de concretar ideas e intuiciones en inventos y patentes que sientan las bases de las innovaciones tecnológicas posteriores, como las que sustentan la sociedad actual.
El paralelismo entre Nikola y Mónico es sorprendente, porque los dos tuvieron mentes privilegiadas, fueron genios adelantados a su tiempo y, quizá por ello, frecuentemente incomprendidos y siempre envidiados, permanentemente subidos a la montaña rusa del éxito y del fracaso. Ambos defendieron siempre que la ciencia y la tecnología fueran los pilares fundamentales sobre los que construir el progreso de la sociedad.
Nikola Tesla murió el 7 de enero de 1943, a los 86 años, en una habitación de hotel en Nueva York, solo y arruinado después de registrar en vida 300 patentes, descubrir el campo magnético giratorio, desarrollar un nuevo sistema para la generación y el transporte de energía eléctrica que generaba corriente alterna, explorar la tecnología de las radiofrecuencias y sentar las bases de la transmisión inalámbrica de comunicaciones que hoy utiliza la radio, la televisión, la telefonía móvil, el radar, el control remoto, Internet o el sistema wifi. Tampoco el 7 de noviembre de 1961 ningún periódico publicó la noticia de la muerte de Mónico Sánchez Moreno, un hombre que salió de la España rural en 1903 para relacionarse con las figuras más relevantes del panorama científico y tecnológico de Estados Unidos y que le llevó a construir el aparato de rayos X portátil y corrientes de alta frecuencia que revolucionó el mundo de la electromedicina (Más de uno 16/10/2019, Ondacero).
Tesla partió de Europa para consolidar su talento de inventor apoyado en unos profundos y sólidos conocimientos matemáticos que puso al servicio de su colaboración inicial con el estadounidense Thomas Edison en Nueva York, antes de derrotarle en la “guerra de las corrientes” e imponer la corriente alterna como sistema más eficiente de transporte de electricidad. Desde la fundación de su primera empresa en 1885, Nikola trabajó en la iluminación pública de ciudades como Nueva York, fabricó bobinas, alternadores y motores de inducción, patentó diversos sistemas de corriente alterna mono y polifásica, experimentó con ondas de radio y corrientes de alta frecuencia, construyó sus primeros autómatas radiocontrolados e inició, en 1901, la construcción de la torre Wardenclyffe en Long Island (MIT) basada en una de sus ideas más revolucionarias y uno de sus mayores proyectos: construir un sistema global sin cables tanto para la comunicación como para la transferencia de energía, que denominó World System y que la comunidad científica de la época acogió como otro de los extraños experimentos de Tesla para demostrar teorías que consideraban irrealizables. Por enésima vez, los problemas financieros llevaron al traste este fantástico proyecto que concluyó, en 1917, con la demolición de la torre para saldar deudas. Visionario e inteligente como pocos, fue sin embargo incapaz de rentabilizar sus creaciones: George Westinghouse le hizo renunciar a los derechos de explotación de la distribución de corriente alterna a distancia y Guglielmo Marconi le arrebató el premio Nobel (en 1909) por el invento de la radio, cuya patente le fue tardíamente reconocida a Tesla en 1943 por la Corte Suprema de Estados Unidos (blog “Radio Tesla”; Instituto Nacional de Propiedad Industrial). A lo largo de lo que fue una vida jalonada por los altibajos de éxito, finanzas y credibilidad, la lucidez de Tesla le llevó a hablar de sus detractores en estos términos: “El presente es de ellos, pero el futuro por el que he trabajado es mío”.
También Mónico Sánchez
Moreno fue un visionario que emigró a Estados Unidos para estudiar electricidad
y, a su regreso, se convirtió en el innovador más destacado de la España
anterior a 1936. Fue capaz de emprender con éxito y realizar sus proyectos en
el Laboratorio Eléctrico Sánchez, una empresa de alta tecnología instalada en su
Piedrabuena natal y creada de la nada en 1912 (junto con una central eléctrica),
donde se construyeron los aparatos de rayos X portátiles que salvaron miles de
vidas durante la I Guerra Mundial y que llevaron las técnicas radiológicas a
cualquier lugar con una toma de corriente continua o alterna (MUNCYT; blog “Tecnología Obsoleta”). En el Laboratorio Sánchez de Piedrabuena también se
fabricaron tubos de Crookes para experimentación con la tecnología alemana más avanzada
de la época, y de allí salieron gran cantidad de electrodos que funcionaban con
su aparato de alta frecuencia y corrientes de alto voltaje, muy utilizadas por
los tratamientos de electromedicina que había introducido el
doctor Arsène D’Arsonval. Sin embargo, la Guerra Civil española y sus consecuencias
primero, y la II Guerra Mundial después, terminaron por ahogar un negocio que
en otras circunstancias habría continuado siendo rentable. Fiel a su carácter
emprendedor e inasequible al desaliento, abrió en su pueblo una fábrica de
hielo, una gasolinera y, en los últimos años de su vida, incluso un cine. Injustamente desconocido del gran público, las 120 piezas del legado del
Laboratorio Sánchez expuestas en la sede de Coruña del MUNCYT constituyen la mayor colección en España de objetos de laboratorio de fabricación
nacional y un modesto recordatorio de las figuras de la innovación española que
es urgente rescatar del olvido.
Nikola y Mónico dedicaron su vida a hacer más fácil y segura la vida de las personas y, mucho antes de que Naciones Unidas estableciera sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, ambos pusieron su genialidad al servicio de la humanidad: Tesla soñaba con una sociedad desarrollada y comunicada con un sistema sostenible que aprovechara los recursos de la Tierra (ODS n.º 7, 9 y 11) respetando siempre la naturaleza (ODS N.º 12, 13 y 15), mientras que Mónico contribuyó a promover el bienestar y la salud en todas las edades y para todas las clases sociales (ODS N.º 3), a la vez que creó nuevas oportunidades de trabajo y mejoró los estándares de vida (ODS N.º 8) de la época. Ambos demostraron confiar en la ciencia como instrumento de progreso para reducir las desigualdades (ODS N.º 10) y la pobreza (ODS N.º 1) y, aunque la historia todavía no les haya dado la razón, siempre confiaron en la tecnología como instrumento de paz (ODS N.º 17).
Quizá cuando se logre la transmisión inalámbrica de energía y dispongamos de ella de modo gratuito y renovable el mundo sea mucho más humano y menos desigual.
Suresnes, noviembre de 2020
Muy interesante!! No sabía nada de Mónico! Gracias!!
ResponderEliminarYo descubrí a Mónico haciendo un trabajo para la Uned y quedé fascinada por su trayectoria. Me alegro de que te haya gustado.
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